sábado, 19 de novembro de 2016

Batalha de India Muerta (19 de novembro de 1816) (IV): teniente segundo Ramón de Cáceres



MEMORIA DE DON RAMÓN DE CÁCERES SOBRE HECHOS HISTÓRICOS EN LA REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY

[...]

Cuando el ejército del general Lecor se aproximaba á Santa Teresa, nos reunimos en el arroyo de don Carlos, cerca de Castillo, 1500 orientales de Montevideo y de los departamentos de Canelones, Maldonado, San José y Colonia, á las órdenes de don Frutos Rivera, quien en una mañana formó toda esta fuerza para organizarla y armarla como era necesario; efectivamente, en dos horas se formaron cuatro cuerpos de infantería de 250 hombres, armados de fusil y bayoneta y dos de caballería de la misma fuerza, armados de tercerola y sable, á las cuales se denominó divisiones de derecha é izquierda, la primera á las órdenes de un capitán llamado don Ramón Mansilla y la segunda á las del comandante de milicias don Venancio Gutiérrez. Nos retiramos en seguida al Alfs para disciplinar esta gente en diarios y frecuentes ejercicios; más al poco tiempo vino el parte que una columna portuguesa de 900 hombres, 500 infantes y 400 caballos, á las órdenes del brigadier Sebastián Pinto de Araujo Correa, se dirigía á atacarnos. En el acto montamos á caballo, infantería y caballería y salimos á encontrarlos; amanecimos á retaguardia del enemigo, que había marchado esa noche como nosotros igualmente, yá las ocho de la mañana volvimos sobre él, y lo encontramos que había pasado el arroyo de la India Muerta, y estaba campado y carneando en el puesto de la Paloma, un cuarto de legua del paso de la Coronilla. La presencia de 1509 hombres á caballo, marchando en columna á 4 de frente, no pudo dejar de imponer á los portugueses, que corrieron en el acto á formar en columna cerrada ó en cuadro; ínterin nosotros pasamos el arroyo y nos formamos en el orden que demuestra el croquis precedente. Nuestra infantería en ala y tan sencilla como una línea de tiradores, agarraba quince cuadras de formación, y nuestra caballería formando martillo sobre nuestra infantería y en la misma disposición agarraba cinco cuadras en cada ala, yo era ayudante de la izquierda, que mandaba como he dicho, don Venancio Gutiérrez y porque nos tiraron un cañonazo los portugueses, mi comandante me mandó ralear á distancia de cuatro varas cada hombre, para que no hiciesen operación los fuegos del enemigo; mi comandante era un valiente, pero sabía tanto de milicia como yo de cantar misa; había sido contrabandista y no sabía sino escoger y vender tabaco; Pinto, militar acreditado en Europa misma, luego que vio nuestra formación, respiró, conociendo que nos iba á desbandar sin trabajo. Efectivamente, destacó como 200 cazadores sobre nuestra infantería, los cuales en la mitad del camino se echaron á tierra, esperando que obrase la caballería, que salió en número de 100 hombres sobre cada una de nuestras alas, quedando como en reserva el resto de la infantería y caballería de que disponía. Los 100 hombres que atacaron nuestro costado izquierdo, venían como en 4 filas con 25 hombres de frente, traían la espada en mano y eran puros talaveras que aun no sabían andar á caballo, ó por mejor decir, no conocían los caballos de la tierra, por cuya razón se prendían por el muslo en las pistoleras con las correas que tenían para asegurar el capote, y una prueba de esta verdad es que algunos que allí murieron, fueron arrastrados por sus caballos sin poderse desprender de la silla. Estos 100 talaveras venían con dirección al último hombre de nuestro costado izquierdo, nosotros estábamos, como he dicho, en ala, á pie firme con el sable en la vaina y la tercerola en guardia.
El teniente don Santiago Piris, que mandaba la quinta compañía, por no dejarse matar con los brazos cruzados esperando órdenes, mandó hacer fuego á distancia de 25 pasos y antes que tuviesen lugar nuestros soldados de echar tercerola a la espalda, ya estaban los portugueses arrimándoles con su sespadas derechas. Lo mismo aconteció en nuestra derecha; fuimos flanqueados sin hacer resistencia, y desorganizada ó dispersa nuestra caballería, causando el desaliento á nuestros infantes, avanzaron los cazadores con un fuego tan bien sostenido, que obligaron á nuestra infantería á ponerse en retirada sobre el paso en completo desorden. 

A visão desde a linha oriental, com o campo onde estavam os portugueses a cerca de 700 metros

Ahí tiene usted, mi amigo, el detalle de la acción de la India Muerta; viven aún muchas personas de las que allí se hallaron, muéstreles usted este croquis, y pregúnteles si es exacto ó no lo que yo digo, consulte usted á cualquier militar y verá si podría ser otro el resultado; ahí tiene usted cómo 200 talaveras derrotaron á 1500 orientales. En vano dice don Frutos, que perdió esa batalla porque dispararon los viboreros, hubiesen disparado aun que fuese un tigre cada hombre en el orden en que los puso, y el jefe que mandó esa acción, en cualquier parte del mundo en que respondiese á un consejo de guerra, cuando no fuese considerado traidor, sería declarado inepto. Sin embargo no debo pasar en silencio que don Frutos se portó allí bizarramente, que él sólo lanceando á un hombre que venía á la cabeza de la columna de los talaveras, á la que hizo volver caras por  medio de una contramarcha, que entonces cargaron algunos soldados nuestros, de los que ya venían dispersos y acuchillaron á los portugueses algunas cuadras; más cargando entonces una reserva, se decidió la acción completamente . 
Poco tiempo después hubo otra acción en el arroyo del Sauce, cerca de Maldonado, en la que200 hombres de caballería á las órdenes de don Venancio Gutiérrez, derrotaron 130 talaveras, de los que escaparon sólo el mayor que los mandaba y dos lados; y lo singular es que fué con la táctica de costumbre, formándoles corralito y que es el primer choque de caballería que se empezó y concluyó á balazos, sin hacer uso de la arma blanca. Los portugueses rompían nuestra línea por donde se les antojaban; mas los quemaban por retaguardia y los flancos y tenían que contramarchar para dar frente al enemigo, así es que rodando á direita e á exquerda, fueron acabándose hasta que no quedaron sino 40 ó 50 en pie, entonces quisieron retirarse, pero en desorden y fueron concluidos . 
Don Frutos fué después aprendiendo poco á poco, especialmente para hacer la guerra de recursos y en retirada; organizó un escuadrón de tiradores que mandaba Bonifacio Calderón, en el que colocó buenos oficiales como don Felipe Caballero, Servando Gómez y con él les pegó algunos golpes bonitos á los portugueses, tal como el de la retirada en Chapicuy y otros que hablaré cuando escriba sobre la campaña del año 17 y 18. 

Río Grande, 9 de agosto de 1850 . 
R. de Cáceres. 
MS.Aut.

Fonte
“Memoria de Don Ramón Cáceres sobre Hechos Históricos en la República Oriental del Uruguay”, in: Contribución documental para la Historia del Río de la Plata (Tomo V), Buenos Aires: Museu Mitre, 1913. pp. 251-270 (pp. 266-269)

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